domingo, 14 de diciembre de 2014

El arte de la duda.

Coger un tren al infinito y cargarlo de todas las esperanzas que acumulamos en tan poco tiempo. Dejarlas que se vayan, que no atormenten nunca a nadie más. 

Sigo siendo incapaz de ver todas nuestras fotos, de recordar nuestros sueños, de hablar de todo esto sin la voz entrecortada y los ojos húmedos.

Y, para ser sincera, no sé si me arrepiento. Arrepentirse de haber sido felíz, suena raro si. Pero la duda está ahí. La duda está ahí como cuando me preguntaste cuanto te quería del cero al diez y ya no sabía si era diez, si era cinco o si era cero. Porque al fin y al cabo son siempre las dudas las que nos destrozan. El ser o no ser, el me quiere o no me quiere. 

Y es que respiramos, amamos y solo cuando dudamos, existimos de verdad. Puede que sea porque tomamos como ley de vida martirizarnos o porque simplemente la duda nos hace más seguros. Difícil pero en algun sentido supongo que cierto.

Y dudo de si el tren llegará de verdad a algún sitio, si nuestras esperanzas tenían algún sentido o si algún día podré olvidar todo eso, pero hay algo de lo que ya estoy segura:
Del cero al diez, te quería en un nueve, pero las dudas es lo que tienen...

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