miércoles, 10 de diciembre de 2014

Esas palabras que no se dicen.

Hay cosas en la vida que no se pueden decir a nadie. Son esas cosas que escribes y luego quemas, esas cosas que piensas y que luego el viento se lleva. Y de todas estas palabras perdidas son cómplices las canciones; canciones que son una breve melodía de nuestro propio pensamiento. Sobre todo las tristes, las que nos recuerdan todas las cosas que tuvimos que haber dicho, pero que nunca llegamos a decir.

Yo tengo que admitir que jamás podría decirle que le echo de menos,que guardé en un baúl todas las risas, las miradas y todo esos bailes que eran tan nuestros. Que ni siquiera se me presenta borroso su  maldito recuerdo. Que un río fluye por mis ojos cada vez que suena nuestra canción...

Tampoco podría contarle cuántas veces soñé con él y las innumerables veces que mi almohada fue un valle de lágrimas por pensar en todo lo que he perdido.

¿Cómo decirle que un pedazo de mi alma se ha ido con él? ¿Cómo explicarle que no debería haberle dejado escapar? ¿Cómo dejar de sentirse culpable? ...

Silencio. Silencio es lo único que obtendré. Y que su mirada impasible llegue al fondo de mi alma. Y cuando su indiferencia ante mis palabras destroce lo último que me queda de amor por él, seré libre. Libre para atreverme a ofrecer mi amor a otra persona y romper las cadenas que me atan a un hombre tan horrible. Libre para volver a ser yo.

Pero como antes decía, estas son las cosas que nunca me atreví, o me atreveré a decir. Así que esto será de esas cosas que se lleva el viento, que destroza el tiempo o que simplemente no llegará a su destinatario. Y el miedo a la tristeza perpetua me paraliza; pero esa ansiada libertad solo está reservada para los valientes.

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