domingo, 12 de octubre de 2014

Cosas pequeñas y adorables con patas.

"Ser una persona que no quiere vivir en un libro con final en off es un ser intolerablemente estúpido"              
En algún sitio había leído esto y en algún sitio quería que lo leyese otra gente. Si reflexionamos un poco, de nada sirve estar pensando en hacer un algo para un total, o vivir esperando que pase algo para levantarnos cada mañana. No sería la primera vez que escucho un "Mi vida es taaaaaaaaaaan aburrida", o algún "Nunca me pasa algo interesante...". A esas personas yo les tengo recomendado un viaje como exploradores a Groenlandia o que se apunten como futuros astronautas en alguna misión de la NASA, al fin y al cabo (llamadme radical) esa sería la única solución a su "Aburrida" y tan "desinteresante" vida. Al fin y al cabo, todos deberíamos tener una vida como Audrey Hepburn en su papel de "Desayuno con diamantes", con una bañera por sofá y desayunando en la joyería que hay al cruzar la calle. Ella si que sabía.
Ya no se ve gente como Holly, de hecho yo nunca la vi. Ahora todos pensamos en pertenecer a otros y a ponerles nombres a nuestros gatos. ¡¡Nombres a los gatos!! ¿Pero qué clase de locura estamos cometiendo señores? Luego vemos a pobres animales con collares escritos con nombres absurdos como "Lily", "Spot" o incluso hay personas por ahí que incluso se atreven con "Pulga".
Mi abuela siempre me dijo que no dejase que me cogieran de la mano si yo quería soltarme. Supongo que era una forma de decirme que reclamase mi libertad, pero lo verdaderamente inquietante es que me lo repetía una y otra vez cuando tenía cinco años, y no ahora. ¿Acaso tienen más libertad los niños que necesitan ayuda para cruzar una calle que alguien que sabe escribir bien la letra "e" minúscula sin hacer un bucle? Pensándolo bien, puede ser. Mi infancia fue la época más felíz de mi vida, dedicada a dormir, comer y exigir la atención que merecía a cambio de soportar que me dijeran una y otra vez lo mona que era. Recuerdo que si alguno de mis tíos se metía conmigo, llegaba mi madre y me decía "Diles que los bajitos son ellos" o "Diles que es mentira todo, que con esta falda estás muy guapa". Ese era el momento en el que toda la familia guardaba silencio para ver qué decía la cosa pequeña y adorable con patas, y la cosa pequeña y adorable con patas se marchaba con aires de indignación. Puedo prometer y prometo que jamás le diré a un niño o a una niña pequeña lo que le tiene que responder a sus tíos. Es lo más incómodo del mundo.

Y a todo esto, ¿Qué iba a decir...? Ah si, bueno, que feliz apertura del blog.

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