jueves, 13 de noviembre de 2014

Lack of love.

Todo empezó con un beso demasiado lleno de indiferencia. Una primera cita totalmente común y un gran silencio, negro como la tinta, que envolvió nuestras vidas cuando estábamos juntos. No fue una gran historia, de hecho rozó lo horrible. Han pasado un tiempo (voy a fingir que no me acuerdo de cuando acabó todo) desde que puso fin a mi sufrimiento. Nunca fue de comprometerse, yo ya lo sabía, pero también ella entendía lo que sentía, y aún así decidió romper cada pedazo de corazón que me quedaba. Estuvimos juntos 8 meses (demasiado para mi gusto), y cuánto más tiempo pasaba más la odiaba. Soledad y frustración fue todo lo que sentía en esa relación.

Hoy me vino nuestra historia a la cabeza, dejándome un vacío absoluto. ¿Por qué me acordé de esto ahora? Porque hoy la vi. Y verla me destrozó un poco más. Qué bien le quedaba ese vestido; con el la conocí en el bar al que solía ir siempre. Me miró descaradamente (nunca le gustó pretender, ni las apariencias) yo también la miraba. Quizá en ese momento vi lo que me había hecho quererla, quizá encendió la llama otra vez, quizá hizo que me olvidara de por qué no funciono...  Su mirada me confundía, ¿me echaría de menos? A lo mejor aún sentía algo, tenía que averiguarlo. Me levanté de la silla de la terraza y me acerqué a ella despacio, pero apareció un hombre; atractivo, bien vestido y que aparentaba tener dinero. Me detuve un instante. Éste se acercó a ella y le dio un beso. Era su novio.

Me echó un último vistazo y se fue con la misma indiferencia con la que llegó. Indiferencia que yo confundí con nostalgia. Ella nunca me echaría de menos, nunca me quiso; no como yo a ella.

Y así volví a casa; un poco más cansado, más roto, con el rostro más triste y la esperanza un tanto más perdida. La peor parte, es que volví echándola de menos. Ella era todo oscuridad, pero era MI oscuridad.


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