sábado, 8 de noviembre de 2014

Nubes rosas.

Siempre me llamaron la atención las nubes rosas. Son totalmente diferentes, pero nadie le hace ascos por ello, al contrario, todo el mundo aprecia su hermosura.
A veces me pregunto por qué eso no puede ser así también con las personas. Por qué vemos solo la belleza de lo "normal" y lo absurdo de lo "raro". ¿Será por simple desconfianza? Quién sabe. Desde luego que nadie aprecia la belleza que puede tener una casa en ruinas tras la que giran miles de mitos, pero eso me lleva una vez más al punto de que tampoco nos solemos parar a descubrir lo que hay bajo una simple máscara (o en este caso, unas ruinas).
Soy del tipo de personas que cuando ve algo diferente, siente curiosidad y miedo a la vez. A diferencia del miedo o desconfianza de los casos anteriores, miedo por destruir yo misma algo de lo cual no sé nada (quizás esto me venga de que cuando me asustaba por un simple saltamontes, mi madre me gritaba "¡te tiene él más miedo a ti que tú a él!). 
Y, ¿acaso Colón sabía que había una tierra desconocida tras Finisterre? Puede sonar absurdo, pero no deja de ser un ejemplo de valentía y pasión por lo desconoido, y ojalá algún día todo el mundo pueda lanzarse a los brazos del misterio y el miedo para ver su belleza oculta. 
No como esas nubes rosas, que sabemos lo preciosas que son nada más verlas. 

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